Problemas asociados al uso del collar.
Elegir collar o arnés para nuestro perro es una decisión muy importante, ya que se trata de una pieza que va a utilizar al menos 3 veces al día, durante toda su vida. Por esa razón, los beneficios o inconvenientes de cada uno van a influir mucho en su bienestar. Para poder tomar una decisión correcta al respecto, es necesario contar con una información completa. A lo largo de estos dos posts, trataremos de explicar por qué elegir uno y no otro.
La respuesta a la pregunta de arnés o collar es sencilla y rotunda: Siempre arnés. Sin ninguna duda.
Son varias las razones que nos llevan a descartar el collar:
– Existe más posibilidad de que nuestro perro se suelte llevando collar, si – por cualquier causa – durante el paseo se asusta y quiere salir corriendo; por ejemplo, tras escuchar el estruendo de petardos o fuegos artificiales.
– El collar puede producir daños en su cuello y en estructuras que se encuentran a ese nivel, como la tráquea, vasos sanguíneos, columna cervical etc. y/o producir contracturas musculares. En perros que tiran de la correa durante los paseos, la presión es continua a este nivel; ahora bien, incluso en aquellos que no lo hacen, puede ocurrir algo que le lleve a nuestro perro a realizar un movimiento brusco y a dar un tirón. Por ejemplo, no es en absoluto recomendable salir a andar en bicicleta con nuestro perro atado del collar; y, desgraciadamente, esto se ve más a menudo de lo que sería deseable.
– Por otro lado, el collar no hace que el perro tire menos de la correa al caminar y, sin embargo, sí que le va a producir los daños a los que hemos aludido. Para evitar que tire, deberíamos entrenar este ejercicio con nuestro perro y, en caso necesario, pedir la ayuda de un educador canino, que trabaje respetuosamente con los animales, o utilizar un arnés anti-tirones de forma temporal hasta que se acostumbre a no hacerlo. Posteriormente ya podríamos pasar a un arnés convencional.
– El uso del collar puede generar, a su vez, irritaciones de la piel o pérdida de pelo, derivadas del roce constante o la presión, sobre todo, en perros con la piel más sensible o atópica.
– Otra consecuencia negativa puede ser la dificultad respiratoria, a causa de la presión ejercida sobre la tráquea, que comentábamos anteriormente. En esos casos, la tráquea se irrita y se puede producir tos por ese daño, que – en algunos casos – acaba siendo crónica.
– Por último, el collar puede producirle malestar a nuestro perro. El paseo debe ser para él un momento agradable, en el que desplegar sus conductas naturales de exploración, tan necesarias para mantener una buena salud mental y emocional. Por ello, es necesario que este momento sea completamente para ellos y no suponga una tortura ni un momento desagradable. De hecho, el daño o incomodidad que puede suponer la presión del collar sobre su cuello al ver otro perro y querer acercarse a él (más aún si es un collar de los conocidos como “collar de castigo”), puede derivar en una asociación de la presencia de otros perros con la sensación de dolor y hacer eclosionar en él un problema de comportamiento, que antes no existía.
